…sin dudarlo un segundo la lleve entre mis labios,
notaba el calor que emanaba de él, el deseo y como no, como la expresión de su
cara cambió a medida que pasaba mi lengua una y otra vez por su flamante erección…
Cada vez que ponía los pies en ese ascensor mi
cuerpo reaccionaba, los recuerdos me apabullaban y abofeteaban mis instintos más
primitivos… Los
15 minutos de ascensor me parecían segundos, en lo que mi mente no paraba de
imaginar y volver a recordar la situación de hace un par de días…
Sentada en mi mesa de la oficina, no podía quitarme
de la cabeza aquel aroma, aquellas sensaciones, aquel hombre… Minutos más tarde, mi jefe me pidió llevar unos
papeles a la planta 74… ¿74? Pensó
mi subconsciente, si… Ahí estaba
él…
Mi nerviosismo iba aumentando paulatinamente
mientras que las plantas iban quedando a mis pies a medida que el ascensor subía
y subía, ni que decir queda que también influía el hecho de que entre esos
pasillos estuviera él. Entré y pregunte por el Sr. Brown, despacho 9. Frente a
la puerta golpee con los nudillos y justo antes de entrar pensé ‘’Trabajo
hecho, no lo viste’’ pero en cuanto abrí la puerta lo primero que vi fueron
esos ojos negros intensos que desprendían seducción por los cuatro costados,
instintivamente mi boca se secó, mis piernas se apretaron contrayendo cada
musculo por debajo de mi cintura.
Avanzaba con paso decidido por la sala intentando no
tropezarme ni hacer alguna escenita, ya que no me quitaba ojo de encima y mi
mirada no se apartaba ni un segundo de él. Llegué a su mesa y solté los
documentos, no sabía que decir, que hacer y en el preciso momento que puse las
manos sobre su mesa él no dudo un segundo y se puso de pie, cerca de mí, pegándose
a mi cuerpo y besándome dulcemente en la mejilla mientras su mano desprendía cercanía
al encontrarse en mi cuello y entre mi pelo.
‘’Señorita, creo que es hora de las presentaciones,
soy el señor Brown, David Brown, y usted dígame… Seguro que estas piernas kilométricas, esos gemidos
roncos y ahogados y esa boca de en sueño tienen nombre y apellidos’’ A medida
que sus palabras iban saliendo de su boca mi fuego interior se despertaba más y
más, y su forma de mirarme conforme hablaba de mi hacia que por mi cuerpo
sintiese una corriente eléctrica.
‘’Si, claro que lo tienen, soy Daniela, Daniela
Adams’’ Decía mientras me volteaba para tenerlo cara a cara y susurraba muy
cerca de sus labios mientras que mis dedos dibujaban el contorno de su cara.
Creo que no hizo falta más presentaciones para que
David con un solo gesto lanzara todo lo que había encima de su mesa al suelo y
en decimas de segundos yo ya estuviese sobre la fría madera… Con la respiración entrecortada mis ojos se
nublaron de excitación y mi cuerpo ansiaba otro tórrido encuentro, pero lo que
no iba a permitir esta vez era que el llevase la voz cantante. No iba a
permitir que de nuevo mis manos quedasen prisioneras bajo las suyas y mientras
que mi boca y la suya se devoraban hasta quedar sin aliento aproveche ese
preciso momento para aferrar su cuerpo contra el mío aprisionándolo con mis
piernas,
me incorpore sobre la mesa y ante su mirada de desconcierto susurré …
‘’Mi niño, hoy me toca jugar a mi…’’ Y sin pensarlo sujete las solapas de su chaqueta,
me incorpore y ahora era su espalda la que estaba prisionera bajo la mesa, me subí
a horcajadas sobre él y con mis dedos sobre sus labios fui bajando despacio por
su cuerpo, desabrochando cada botón de aquella fina camisa y dejando al
descubierto su torso, hoy quería recrearme, quería verle en todo su esplendor, quería
ver como cambiaba el gesto de su cara y como su cuerpo desprendía deseo.
Desde ahí arriba sentía el placer, sentía el poder
de tener a ese precioso hombre debajo de mi cuerpo, con su torso perfectamente
tonificado y desnudo sobre su propia mesa de trabajo, ahora él tendría un
bonito recuerdo cada vez que entrase al despacho, del mismo modo que mis
pensamientos se dirigían a el cada vez que entraba en el ascensor.
Sus manos no paraban de buscar mi cuerpo, de
intentar desnudarme, pero no lo dejaba, me acercaba a su boca y lo silenciaba
con esa ansia de devorar sus labios. Mi lengua recorría sus labios, despacio,
saboreando y disfrutando del tacto de su boca, chupaba, succionaba, mordía y lo
deseaba con ansia, mientras mi lengua invadía su boca por completo y el me devoraba de la misma forma, en ese
momento mi sed de él estaba por las nubes y notaba que la suya también, su erección
era palpable y mis ganas de tomar medidas en el asunto no se hicieron esperar,
mientras miraba a sus ojos lascivamente y mi blusa iba abriéndose botón a botón,
permití que sus manos subieran por mí y rozaran mi centro de placer, notando esa
humedad que ya era más que notable…
No podía esperar más, bajé de la mesa y sin apartar
mi mirada de él desabroche el cinturón, lo palpaba sobre la tela, baje la
cremallera rozando su bóxer al paso de mis dedos y segundos después la tenía
frente a mí, la boca se me hizo agua y sin dudarlo un segundo la lleve entre
mis labios, notaba el calor que emanaba de él, el deseo y como no, como la expresión
de su cara cambió a medida que pasaba mi lengua una y otra vez por su flamante erección.
Mi boca no paraba de juguetear, degustaba a aquel hombre como un auténtico
manjar, paseaba mi lengua por toda su extensión, chupaba con fuerza la puntita
y cuando menos esperaba la introducía completamente en mi boca, que poco después
era un afluente de saliva y hacia que mis deseo fuese más y más lejos.
Cada vez que su glande tocaba mi garganta un gemido
ronco salía de sus labios y esa expresión de placer me volvía loca. Soltaba
pequeños mordisquitos que hacían que una risa perversa se dibujase en mi rostro
cada vez que su cara se tornaba en sorpresa. Sus manos enredadas en mi pelo me
animaban a continuar, sabía que estaba cerca que llegar al clímax, pero que aún
le faltaba un poquito y siendo así, yo también necesitaba un poquito de placer.
Me di un segundo la vuelta dejando que David se
incorporase rápidamente pensando que me iba a largar y justo cuando se iba a
levantar me giré, le pegue un empujo en el pecho ‘’ No, que aún no hemos
terminado, quédate quietito ahí un segundo’’ Sorprendido observaba como le daba
la espalda, y cuando estuve completamente segura de que estaba mirando, me
incline hacia delante dejando mi trasero a su vista mientras mis manos fueron
al borde de mi fino tanga y se deslizaban despacio por mis piernas dejando al
descubierto mi sexo, expuesto a él, a su vista.
Cuando el tanga toco el suelo salí de él y abrí las
piernas pasando mis manos por la cara interna de mis muslos mientras me
incorporaba y me giraba para ver su expresión, estaba estupefacto y
aprovechando ese momento, volví a empujarle sobre la mesa y subiéndome sobre
él, coloqué su grande y dura polla en la entrada de mí húmedo y caliente sexo…
Mientras mi mirada y la suya se volvían una, cargada
de lujuria, fui bajando poco a poco notando como me llenaba por completo y sentía
esa corriente de placer dentro de mí, como nos hacíamos uno solo y como aparecía
otra vez ese instinto primitivo…
Coloqué mis manos sobre su pecho y empecé a moverme, arriba, abajo, soltaba un
suspiro, adelante y atrás, se me escapaba un gemido, mis caderas se volvieron círculos
y no pude controlarme más, comencé a cabalgarlo, necesitaba más, era mi momento
de poseerle, pero no… Sus
manos se sujetaban a mis caderas y nuestro ritmo era frenético, dentro fuera,
arriba abajo, gemidos y gemidos de placer seguían saliendo de nuestras bocas, el
clímax estaba cerca y nuestros cuerpos así lo sentían y en ese preciso momento sentí
una corriente eléctrica que me paralizo todo el cuerpo, y su gemido ronco me
adivino que él estaba igual, mi cadera se hundió y me deje ir en el momento en
el que se incorporó y pasó sus manos entorno a mi cintura, nos dejamos ir, nos sumergimos en esa ola de
sensaciones…
Minutos después cuando nuestros cuerpos recuperaron
el aliento y nuestras respiraciones se controlaron, estábamos ahí, sobre su
mesa de trabajo, medio desnudos y con un orgasmo más que recordar… Su boca busco la mía y acertó a decir ‘’Ha sido un auténtico
placer conocerla Sra. Adams’’ Sonreí cuando termine de abrochar los botones de
su camisa y él los de mi blusa, bajamos al suelo, me paso mi tanga y yo la
chaqueta de su traje caro (o al menos tenía la pinta de serlo) nos terminamos
de vestir, le di un apasionado beso y en el quicio de la puerta susurre ‘’ El placer
ha sido todo mío, otro día tendrás la oportunidad de volver a tener el mando…¡Ah! Y mira los documentos que te traje, pero antes recoge
todo este estropicio’’ Dije señalando todo lo que había en el suelo, antes
situado en su mesa. Salí del despacho, me dirigí al ascensor y la sonrisa en
mis labios se tornaba otra vez… Ya tenía
dos cosas que recordar, ascensor y despacho… ¿Qué será lo siguiente…?